Hoy os dejo una reflexión de Francisco González Maqueda, poeta y escritor extremeño afincado en Valencia, donde equipara las artes plásticas con la poética; lenguajes no tan distantes puesto que hablamos de creación:
«A veces, una pintura, un cuadro, una escultura, grabado o cualquier soporte artístico, roza la perfección e incluso la encuentra. Sus trazos, sus colores, sus figuras son exactos al modelo real o al menos son un fiel reflejo del mismo. Son tan perfectos y relamidos que de lo que se trata es que son una fotografía perfectamente tomada del modelo. Y si son una fotografía real del modelo:
¿Para qué las queremos en un cuadro, un grabado o escultura?
¿No nos debería bastar con una sencilla fotografía tomada, incluso, por nosotros mismos?
No, no debe bastarnos con esto último. De ser así eliminaríamos la obra del artista, del creador, del autor. Porque es ahí donde radica la diferencia entre el arte obtenido mediante la manipulación de una máquina y el que se consigue mediante la mano, el cerebro y el corazón del hombre, del artista.
En mi faceta literaria, me encuentro a veces, con poemas perfectos en su composición, en sus rimas, en su léxico, en su ortografía. Son perfectos, sí, pero al leerlos no me dicen nada. Solamente palabras minuciosamente escritas. El autor se ha volcado en la perfección de la construcción y la métrica la midió al milímetro. Pero le faltaba algo, le faltaba todo. La poesía es un sentimiento. Es una forma pasional de vivir la vida. Es un deseo, una locura a la que nos lleva un poema salido desde el alma y sentido desde el corazón desbocado del poeta. No nos hace falta la perfección de la obra si no somos capaces de trasmitir el sentimiento real y profundo del poema y lo que deseamos decir.
Al igual que en la poesía las artes plásticas, la pintura, nos encontramos con las mismas propuestas de perfección. Las pinceladas exactas, precisas. Los colores perfectos, los dibujos milimetrados:
¿Pero es esto lo que realmente se percibe cuando se contempla un cuadro?
No, la pintura, al igual que la poesía, se nutre de esas verdades que no se aprenden en las academias. Esas realidades que emanan del sentimiento profundo del artista que con apenas unos trazos o unos colores aparentemente manchados es capaz de contar lo que su alma quiere contarnos. Ahí es donde habita el genio. Ahí es donde se encuentra el arte. Ahí es donde un simple trazo es capaz de gritarnos y hacernos vibrar con las emociones que emanan de la obra. Es ahí donde el creador nos dice:
¡Esto es lo que veo y así quiero trasmitíroslo!
Este sencillo pensamiento que os dejo aquí es el que ha presidido siempre mi relación con el mundo poético/artístico. La verdad es que tengo otro y tampoco lo quiero.»
Francisco González Maqueda, poeta y escritor autodidacta, mantiene una corriente poética crítica en la línea de Manuel Pacheco y Luis Álvarez Lencero. Comprometido con el hombre, escribe con la sinceridad que da el anonimato.
Tiene publicados varios libros y otros tantos inéditos. Ha conseguido algunos premios en certámenes literarios y participa en algunas tertulias literarias en las que destaca Tertulandia de Valencia. Ha dado numerosos recitales y conferencias sobre la poesía donde ha puesto de manifiesto la relación entre ésta y la pintura.