
«Alcímeda»
Javier Madrid
El viaje visual por su pintura se llena de mixta por doquier. Lo toca todo, desde el grafito, los acuarelables, los pasteles y carbones, así como las heridas con calco o posados con todo tipo de útiles creados por él mismo.
Añade collage de sedas de diferentes colores y arrancadas, y pintura, donde igualmente nada deja al margen. Vemos bases de marmolina con acrílicos, barnices, óleos y esmaltes, donde su juego de herir la pintura con puntas secas o cepillos de metal nos devuelven siempre la pregunta de cómo asimilar tal cantidad de información visual que tiene su pintura.
Para cerrar la explicación de su obra, dos cosas: la temática y la composición.
Empezando por esta última, Javier Madrid define su obra como EQUILIBRIO.
Equilibrio de fuerzas, del Ethos contra el Pathos, de un Caos vencido por el orden de lo geométrico y matemático. Con líneas y cajas que hacen frente y estabilizan lo gestual y orgánico del cuadro.
La gama cromática vive igualmente esa lucha. Los negros, azules y grises, en armonía con los cálidos, todos en una, dan una primera impresión de calma. Falsa, pues en cuanto que cautiva su atención, la vista no para de ir de un lugar a oro, dentro de tanto detalle.
El Barroco y el Renacimiento, lo sobrecargado y lo leve, un equilibrio digno de ver.
Por otro, la temática. Fetichista de la nomenclatura clásica, los mitos grecolatinos de nuestra cultura le sirven para añadir pequeños guiños sobre las telas. Es su homenaje a la cuna de lo que somos. También de forma sutil, sólo cuando llevamos un rato frente a su obra, descubrimos en ella estas palabras tan hermosas y llenas de Historia.
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